El mito del centro
Según Lakoff, ese experto en lingüística cognitiva aplicada a la política del que vengo hablando últimamente, el centro político no existe. O al menos no de la forma en que comunmente nos referimos a él. Después de leer atentamente sus razones, yo estoy de acuerdo con él. Os las resumo:
Lakoff afirma que en temas políticos todos somos biconceptuales: alguien que vive según valores fundamentalmente progresistas puede ser conservador en algún aspecto (inmigración, politica de defensa...), igual que una persona conservadora puede optar por una opción progresista en determinados temas (aborto, políticas sociales...). Lo que hay es gente que es más biconceptual que otra: sigue un número similar de valores progresistas y conservadores.
Este entendimiento crítico del biconceptualismo ha estado oscurecido durante años por una obsesión por el proverbial "centro" ideológico, ocupado por la gente cuyos votos son necesarios para que los progresistas o los conservadores puedan ganar. Hay cuatro mitos predominantes sobre el centro: el mito de la Etiqueta, el mito Lineal, el mito de los Moderados y el mito de la Corriente mayoritaria. Todos ellos asumen que la gente vota basándose en la posición de los candidatos sobre los distintos asuntos que les afectan. Por otro lado, la teoría biconceptual asume que la gente vota de acuerdo a unos valores, y buscando la conexión, autenticidad, confianza e identificación con el candidato en determinados asuntos que se usan simbólicamente para reflejar esos valores.
Según el mito de la Etiqueta, cuando pedimos a alguien que se identifique como progresista, conservador o moderado (o de centro), sencillamente no podemos fiarnos de su respuesta, puesto que la propia etiqueta contiene demasiadas connotaciones externas que afectan a la elección. La palabra "moderado" implica ser razonable, comedido, no extremado... todo connotaciones positivas, lo cual puede explicar por qué siempre más gente prefiere elegir esta etiqueta. De la misma forma, la palabra "conservador" tiene connotaciones más negativas que la palabra "progresista". Pero no por ello hay más gente con unos valores u otros. Sencillamente, y de forma consciente o inconsciente, la autoasignación en etiquetas no se corresponde con la verdad.
El "centro" de acuerdo con el mito Lineal, está basado en una metáfora curiosa según la cual los ciudadanos están alineados de izquierda a derecha, conforme a sus posiciones en asuntos determinados. El problema es similar al del caso anterior, y explica por qué la mayoría de la gente se autoposiciona en el centro de esta línea imaginaria: nadie quiere colocarse en los extremos, que son sinónimo de radicalidad y de no ser "moderado". Según el último barómetro del CIS, en una escala de 1 a 10 (de izquierda a derecha), el 63% de los españoles se autoposiciona en los 4 puntos centrales del 3 al 6, mientras que menos del 20% se situá en los otros 6 puntos que quedan a ambos lados.
El mito Moderado suena bien hasta que lo piensas por un momento. Según este mito, la gente que actua con moderación es gente más razonable y con la cabeza más fría a la hora de buscar soluciones a los problemas. El problema es que no es posible una visión del mundo en la que todos los posibles problemas sean líneas en las que uno pueda coger el punto medio. En primer lugar, porque en muchos casos sólo hay dos opciones. No hay escalas. Algunos ejemplos: ¿debería haber pena de muerte? No se puede matar a alguien sólo un poco, o con moderación. ¿Debería el aborto ser legal? ¿Cómo se puede tener un aborto con moderación? ¿Y la eutanasia? ¿Y la guerra en Irak? Las personas que se autoidentifican como "moderadas" son en realidad biconceptuales: conservadores en algunos temas y progresistas en otros.
Por último, el mito de la Corriente mayoritaria asume que hay un centro de opinión publica determinado por las encuestas. Por ejemplo, según las encuestas la mayoría de gente está en contra de la guerra de Irak, a favor del aumento de políticas sociales, en contra de la apertura de fronteras a mercados emergentes que pueden poner en peligro nuestra economía, a favor de endurecer penas de cárcel, o a favor de mejorar el sistema sanitario, incluso si supone un aumento de los impuestos. Según el mito de la Corriente mayoritaria, un partido que ofrezca todas estas medidas obtendrá los votos del "centro". El problema es que, si miramos una lista suficientemente larga de encuestas, puede que al final no seamos capaces de encontrar ni una sóla persona que esté de acuerdo con todas y cada una de las respuestas mayoritarias. Esto se debe a que no hay ninguna ideología real, niguna visión del mundo, que conecte todas esas distintas posiciones reflejadas en las encuestas. Se trata simplemente de eso, posiciones respecto a asuntos concretos producto de un poco de matemáticas. Como hemos visto antes, muchos de esos votantes no representan esa mítica Corriente mayoritaria, sino que son en realidad biconceptuales.
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