Mala praxis periodística
Hace unos meses, un juzgado de Leganés dictaba un auto en el que se archivaba el caso de las sedaciones en el Severo Ochoa, que había sido iniciado desde la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, a raiz de una denuncia anónima. No obstante, en este auto el juez aseguraba que
«Varios pacientes han muerto tras mala práctica médica, si bien no se puede lograr asegurar que el fallecimiento deviniera exclusivamente por los fármacos prescritos»Los médicos afectados por la denuncia decidieron recurrir este auto, incluso cuando éste archivaba el caso, y ahora la Audiencia Provincial de Madrid ha dictado otro, sobre el que no cabe recurso, que les da la razón estableciendo que
debe quedar «suprimida toda mención realizada en el auto recurrido a la mala praxis médica»En el auto también se afirma que
«Ha sido un exceso en el auto recurrido tener por acreditada la mala praxis cuando sólo se han practicado diligencias de averiguación» (...)Pues bien, con esta información, El Mundo titula hoy en su portada
«El nexo causal entre las posibles malas prácticas y el fallecimiento de los pacientes no se puede averiguar, al no haberse podido efectuar la autopsia de los fallecidos» (...)
«Tampoco habría sido procedente continuar con el procedimiento para acreditar una posible mala praxis cuando no es posible acreditar el resultado lesivo; la mala praxis dejaría de tener relevancia penal».
En el cuerpo de la noticia se puede leer también que
Sin embargo, la Audiencia corrigió ayer este extremo (refiriéndose a la mala práctica) y calificó como «un exceso» del instructor haber dado por acreditada la mala práctica médica. Pero tampoco asegura que ésta no existiera.
Lo que la Audiencia quiere decir, y lo dice bien clarito, es que si no se ha podido probar la mala praxis, es un exceso tenerla por acreditada en el auto. Lo que insinúa El Mundo es que sí hubo mala praxis pero hay que retirarla del auto porque no tiene relevancia penal, ya sea porque ha prescrito o vaya usted a saber qué otra oscura razón legal.
No sé si los lectores de El Mundo van sedados, ni si Pedro J. necesita recurrir a algún tipo de fármaco para darle la vuelta a la realidad como a un calcetín, pero lo que está claro es que aquí la única mala práctica que hay es la de no informar de lo que pasa, sino de la opinión que uno tiene de lo que pasa, y todo ello sin pedirle permiso ni al lector ni a sus familiares.
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