¿Quién es honesto y quién comete falta?
El director de El Mundo sigue, como los niños pequeños, empeñado en que él tenía razón en su patraña de periodismo de investigación (es un decir) sobre el 11M, incluso después de tres sentencias judiciales que dejan meridianamente claro que todo lo que ha publicado en estos 4 años sobre este tema ha sido una sarta de mentiras: primero fue la sentencia del juicio por los atentados, que desmontó uno a uno todos los supuestos agujeros en la investigación, luego la que condenó a su columnista y compañero de aventuras Federico Jiménez Losantos por calumniar al alcalde de Madrid, y finalmente la que ha absuelto a los policías del caso del ácido bórico, injustamente acusados por el incomprensible comportamiento de uno de sus subordinados.
Así, hoy El Mundo nos ofrece un ejemplo más de su peculiar forma de entender el periodismo: los policías absueltos habrían faltado al reglamento de la policía en uno de sus artículos (el 7.12, el 12 es en el que se define el castigo), del que entrecomilla la frase "la emisión de informes que desnaturalicen la verdad o la alteren mediante inexactitudes, siempre que el hecho no constituya delito". ¿De verdad que eso se le aplica a los policias absueltos? Veamos lo que dice ese artículo completo del reglamento de régimen disciplinario de la policía:
Artículo 7
12. La emisión de informes sobre asuntos de servicio que, sin faltar abiertamente a la verdad, desnaturalicen la misma, valiéndose de términos ambiguos, confusos o tendenciosos, o la alteren mediante inexactitudes, siempre que el hecho no constituya delito o falta muy grave.
Cualquiera que haya leído la sentencia (ver mis dos posts anteriores con resúmenes y enlaces), sabrá que quien se hace merecedor de la falta arriba mencionada, es si acaso, el perito Manuel Escribano. La sentencia deja meridianamente claro que la "irregularidad administrativa" de los policías no fue eliminar las, y cito, "especulaciones" "subjetivas" y "carentes de rigor" que Escribano incluyó en su apartado de observaciones, sino si acaso el procedimiento que siguieron para rehacer el informe una vez que su subordinado se negó a modificarlo él mismo. Según la sentencia, los cambios efectuados por los policías fueron "irrelevantes, inanes e inocuos", ya que emitieron un informe final en que se constataba que aquella sustancia blanca que les habían pedido que analizaran era ácido bórico. De hecho se da la paradoja de que, si los policías hubiesen firmado y emitido finalmente el informe tal cual lo presentaba el perito Escribano, habrían caído en la falta del artículo 7.12, pues las observaciones que éste incluía, y que ellos habrían endosado al firmar, eran como mínimo "ambiguas, confusas o tendenciosas".
Ya que El Mundo saca a colación el reglamento disciplinario de la policía se hace inevitable la pregunta ¿no parece mucho más lógico, a la vista de la sentencia, preguntarse por su aplicación al perito Escribano que a sus superiores? ¿Qué periodismo es ese que ofrece la información de una forma tan selectiva? ¿Quién es, a la vista de la sentencia, el policía honesto y quién el que comete la falta?
1 comentario
Evaristo, amigo, una vez más lo clavas.
Enhorabuena.