La guerra demagógica del agua (II)
¿Trasvasar o no trasvasar? He ahí la cuestión. ¿Qué hay que hacer con el minitrasvase de Tarragona a Barcelona ahora que la situación de los embalses del sistema Ter-Llobregat ha pasado en un mes de estar al 21,8% al 44% de su capacidad? ¿Deben paralizarse las obras, como exige el gobierno de Aragón (del PSOE) o deben seguir adelante, como solicita el alcalde de Barcelona (también del PSOE)?
Tal y como nos explicaron, y así lo defendí yo en su momento, se trataba de obras dirigidas a paliar una situación temporal de emergencia, hasta que entren en funcionamiento a mediados del año que viene las desaladoras que deben poner solución a largo plazo al problema de Barcelona. En ese caso, y siempre dependiendo del criterio de los expertos en el tema, es evidente que hay que revisar la necesidad de la solución temporal a la vista de los nuevos datos. Es muy sencillo: si ya no es tan necesario, el dinero se debe dedicar a mejorar las infraestructuras de distribución de agua, o a modernizar regadíos, o a acelerar la construcción de las desaladoras, o a cualquier otra medida duradera y que produzca beneficios concretos, y no a una medida que ha dejado (si así lo corroboran los expertos, repito) de ser prioritaria.
Lo contrario sería muy poco deseable, porque nos podría llevar a la conclusión de que la urgencia y la temporalidad no eran más que excusas para realizar una obra cuyos fines serían muy distintos de los que se ofrecieron a la opinión pública. Mucho cuidado con cometer ese error, que sólo sirve para alimentar con demagogia barata el victimismo de unas regiones frente a otras. Y eso ya sabemos que no lleva a ninguna parte.
El gobierno de Zapatero tiene que entender que en este tema es imposible contentar a todo el mundo. Más aún, precisamente lo que no debe hacer es intentar contentar a nadie. Basta con que hagan todo lo que puedan por solucionar el problema. No sé si me explico.
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