El cachondeo
Imagino que algunos de vosotros habréis llegado a la misma conclusión que yo: como esto siga así, las próximas elecciones se van a convertir en la mayor charada de nuestra ya no tan joven democracia. Cuando el candidato de la oposición, que se presenta como la alternativa seria, sensata y predecible, en vez de contarnos lo que hará si gana, nos pide que esperemos a que llegue a la Moncloa para informarnos de las consecuencias de entregarle nuestro voto, pues apaga y vámonos. El otro día, sin ir más lejos, a la pregunta de si tocará las pensiones, los sueldos de los funcionarios, o el impuesto de Patrimonio, Mariano Rajoy respondió sin sonrojarse:
Nosotros tendremos que ver cuáles son las previsiones de crecimiento cuando tengamos que tomar esas decisiones que son dentro de tres meses y a partir de ahí pues hacer el decreto leyAlgún alma bondadosa puede pensar que no es que se rían de nosotros, sino que el PP es un partido super cauto en sus promesas que prefiere no inducirnos a albergar falsas expectativas. Va a ser que tampoco: si durante la campaña de las últimas elecciones (esa en la que Zapatero cometió el pecado capital de no prever la crisis) Rajoy nos prometió que si ganaba nos llevaría al pleno empleo creando 2,2 millones de puestos de trabajo, en esta nueva campaña, y con lo que ha llovido, su portavoz González Pons nos informa de que Rajoy "aspira" (que no promete) a crear 3,5 millones de empleos. Vamos, que más que reirse de nosotros uno diría que directamente se nos mean encima.
Lo peor es que todo esto, que en otras condiciones provocaría la carcajada de todo aquel español que haya visto al menos un telediario en los últimos 3 años, no parece que vaya a suponer el más mínimo impedimiento para que los españoles le entreguen el poder a la alegre pandilla del PP. Cosa que me parece perfectamente correcta, no me entendáis mal; pero luego que no se quejen.