jueves, septiembre 29, 2011

El cachondeo

Imagino que algunos de vosotros habréis llegado a la misma conclusión que yo: como esto siga así, las próximas elecciones se van a convertir en la mayor charada de nuestra ya no tan joven democracia. Cuando el candidato de la oposición, que se presenta como la alternativa seria, sensata y predecible, en vez de contarnos lo que hará si gana, nos pide que esperemos a que llegue a la Moncloa para informarnos de las consecuencias de entregarle nuestro voto, pues apaga y vámonos. El otro día, sin ir más lejos, a la pregunta de si tocará las pensiones, los sueldos de los funcionarios, o el impuesto de Patrimonio, Mariano Rajoy respondió sin sonrojarse:

Nosotros tendremos que ver cuáles son las previsiones de crecimiento cuando tengamos que tomar esas decisiones que son dentro de tres meses y a partir de ahí pues hacer el decreto ley
Algún alma bondadosa puede pensar que no es que se rían de nosotros, sino que el PP es un partido super cauto en sus promesas que prefiere no inducirnos a albergar falsas expectativas. Va a ser que tampoco: si durante la campaña de las últimas elecciones (esa en la que Zapatero cometió el pecado capital de no prever la crisis) Rajoy nos prometió que si ganaba nos llevaría al pleno empleo creando 2,2 millones de puestos de trabajo, en esta nueva campaña, y con lo que ha llovido, su portavoz González Pons nos informa de que Rajoy "aspira" (que no promete) a crear 3,5 millones de empleos. Vamos, que más que reirse de nosotros uno diría que directamente se nos mean encima.

Lo peor es que todo esto, que en otras condiciones provocaría la carcajada de todo aquel español que haya visto al menos un telediario en los últimos 3 años, no parece que vaya a suponer el más mínimo impedimiento para que los españoles le entreguen el poder a la alegre pandilla del PP. Cosa que me parece perfectamente correcta, no me entendáis mal; pero luego que no se quejen.

miércoles, septiembre 21, 2011

¿Alfredo o Mariano?

Me llama la atención una situación, a mi modo de ver paradójica, que me parece fundamental en este escenario preelectoral:

La política nacional de los últimos 8 años ha estado protagonizada por dos personajes, Zapatero y Rajoy, líderes de sus respectivos partidos y rivales en dos elecciones generales consecutivas en las que Zapatero se alzó con la victoria. Hoy hay convocadas unas elecciones para ver quién dirigirá el gobierno y al país ante los retos a que nos enfrentamos en los próximos cuatro años.

El PSOE ha optado por cambiar de candidato, mientas que el PP presentará al mismo de las dos últimas convocatorias, ese al que, tas perder hace cuatro años, el buque insignia de la derecha mediática solicitó que dimitiera tan solo unos días después de haber recomendado a sus lectores que le votaran. El PSOE presentará un candidato diferente y el PP presentará al mismo, ese que a dos meses de las elecciones sigue inspirando poca o ninguna confianza al 77,5% de los españoles. Pero aún así no me cabe la menor dura de que ese mal candidato del PP recibirá (ya lo está haciendo) el apoyo incondicional de los mismos que hace cuatro años tanto le criticaron. Porque cuando se trata de las elecciones lo primero es lo primero, y luego se discute el candidato, el programa, el equipo y el color de la corbata.

Los progresistas, por su parte, con un candidato al que los españoles consideran más eficaz, más dialogante, que entiende mejor los problemas de España, que tiene más capacidad de negociación, que es más honesto y que tiene más visión de futuro que el candidato del PP.... siguen decidiendo si quedarse en casa o no ir a votar. Tendremos por tanto, y como no puede ser de otra manera, al presidente que nos merezcamos. Atentos.

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