martes, diciembre 11, 2007

¿Empate técnico? (y III)

Continuando con mi serie de posts sobre las encuestas del CIS y la paradójica diferencia entre la intención y la estimación de voto, voy a centrarme ahora en algo que me parece más paradójico todavía.

Al parecer, uno de los parámetros utilizados por el CIS para "cocinar" los datos de intención de voto y simpatía, es la diferencia entre el recuerdo de voto y los verdaderos resultados de las elecciones anteriores. De hecho, tras realizar algunos cálculos, he podido comprobar que este parámetro es el principal causante de que la actual diferencia de intención de voto más simpatía entre el PSOE y el PP, de casi 13 puntos, se quede en tan sólo 2 y medio en la estimación final.

Desde hace años, una tras otra, todas las encuestas reflejan un mismo comportamiento en un porcentaje no despreciable de los encuestados: por un lado hay menos gente de la que votó al PP en las elecciones anteriores que recuerda haberlo hecho, y por otro, de forma más sorprendente aún, hay más gente de la que votó al PSOE que recuerda haberlo hecho. En las últimas encuestas del CIS, en el primer caso hablamos de un 7 u 8 por ciento de los encuestados. En el segundo, un 4 o 5 por ciento. En las últimas encuestas del CIS antes de las elecciones de 2003, tanto el primero como el segundo caso rondaban el 2 o 3 por ciento.

Veamos qué es lo que significa todo esto. Normalmente en las encuestas del CIS suele haber algo más de un 10% de encuestados que responden que se abstendrán en las próximas elecciones (en realidad lo hacen finalmente entre un 25% y un 30%); algo más de un 20% responde que no sabe o no contesta; hasta un 8% oculta su preferencia por el PP; hasta un 5% muestra una falsa preferencia por el PSOE; al tratarse estas dos últimas de diferencias de signo opuesto, estaríamos hablando de una discrepancia de hasta el 13% con respecto a un dato real y constatable como es el resultado de las elecciones anteriores. Por eso los sociólogos tienen que aplicar sus factores de correción, que no hacen otra cosa que modificar, mediante una compensación equivalente a estas diferencias, los datos de intención de voto más simpatía, para obtener la estimación de voto final. Imagino que este tipo de situaciones no serán exclusivas de las encuestas del CIS, sino que se darán también en las demás, aunque en cada caso se aplicará una fórmula (secreta) de correción distinta. Se me ocurren varias reflexiones:

¿Es en esto en lo que consiste la famosa "cocina" de datos de las encuestas electorales? ¿Que hay un porcentaje considerable (y decisivo) de encuestados que no sólo oculta su inclinación política, sino que incluso miente sobre ella? ¿Se trata entonces de adivinar lo que el encuestado piensa, aún cuando sus respuestas no sean ciertas?

¿Y con esos datos se atreven los sociólogos a realizar predicciones sobre resultados electorales? Más allá de mostrar las tendencias que innegablemente este tipo de encuestas proporcionan, ¿qué sentido tiene realizar una estimación de voto cuando hay tanta gente que no quiere responder, o directamente miente en su respuesta, no sólo ocultando su preferencia por un partido, sino hasta el punto de mostrarla por un partido al que en realidad no vota?

¿Se avergüenzan algunos votantes acaso de su preferencia por el PP? ¿Creen otros que está mejor vista la preferencia por el PSOE y por eso simulan ser votantes suyos? (ojo, repito que este problema se daba también, aunque en menor medida, cuando gobernaba el propio PP)

¿Es posible que parte de la gente que oculta su preferencia por el PP sea la misma que, además, muestra una falsa preferencia por el PSOE? En otras palabras, los fenómenos del (falso) socialista arrepentido y su variante del (falso) equidistante, de los que ya he hablado en alguna ocasión, ¿estarían también perjudicando la calidad de las encuestas?

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