¿También tiene la culpa el Gobierno?
Leo y escucho últimamente bastantes opiniones sobre las causas de la crispación política. Se podría decir que en lo que todos están de acuerdo es en la propia existencia de dicha crispación, y en que los niveles que ha alcanzado en estos años de legislatura socialista recuerdan a los de la última de los gobiernos de González, de 1993 a 1996.
Evidentemente, los columnistas de derechas más incondicionales culpan del intenso ruido que produce la oposición del PP al Gobierno de Zapatero, que estaría poniendo en peligro al Estado, rindiéndolo a los terroristas de ETA, llevando a la práctica el ideario marxista, rompiendo el consenso de la transición, atentando contra los derechos de los católicos y derrochando una inmejorable herencia del Gobierno anterior en materia económica y de relaciones exteriores. Es normal. Al fin y al cabo su tarea consiste en repetir los conceptos básicos de la línea de oposición del PP.
Por otro lado, los columnistas de izquierdas responden que la estrategia del PP tiene menos sentido aún (si cabe) ahora que en 1993, porque esta vez las catastrofistas acusaciones del principal partido de la oposición son sencillamente falsas. Independientemente de que aquellos fuesen rateros de poca monta comparados con los amigos dirigiendo las empresas privatizadas, los directivos de las stock options, los “ahorradores” de Gescartera o los pelotazos urbanísticos de última generación, el caso es que ahora no hay ni Roldán, ni despachito del hermano de Guerra, ni fondos reservados, ni GAL, ni nada de nada. Lo único que hay de verdad es una oposición que realiza insinuaciones sin ningún fundamento, una serie de grupos mediáticos que le aportan su cobertura y algunos millones de simpatizantes del PP que quieren creer.
Es por ello que me llama la atención el argumento que otros columnistas utilizan para presentarse como equidistantes ante los lectores/oyentes: según ellos es evidente que el PP se ha instalado en un estado continuo de críticas catastrofistas, pero en su opinión Zapatero tendría parte de la responsabilidad, ya que en su cálculo electoral sería beneficioso un PP radicalizado (movería a más votantes socialistas) y por tanto desde el Gobierno se estaría facilitando la huída hacia adelante del primer partido de la oposición. Sería por tanto culpa del propio Gobierno que los logros en materia económica y social no estuviesen ocupando el espacio que merecen en el debate político.
Como teoría suena bien. El único problema es que me gustaría saber lo que estos columnistas opinan que Zapatero tendría que hacer para no ser objeto de esta crítica. ¿Qué tendría que decir el presidente para que en El Mundo o en La Razón se publicase una portada positiva sobre alguna medida del Gobierno? ¿Qué podría decir Zapatero para que Rajoy no saliese de cada reunión con él declarando estar más preocupado que antes? ¿Qué más puede hacer el PSOE para intentar rebajar el tono en el Congreso o en el Senado? ¿Cuántas veces tiene el Gobierno que responder a las insinuaciones sobre Navarra, la aplicación de la ley de partidos, las teorías de la conspiración del 11M o los supuestos ataques a la iglesia católica? ¿Qué sentido tienen 7 manifestaciones contra la política antiterrorista del Gobierno precisamente en la legislatura con menos atentados de la historia de la democracia, habiéndose detenido a la cúpula de ETA y a decenas de sus miembros y cuando la mayor cesión a la banda ha sido pasar al segundo grado penitenciario a un preso condenado por amenazas al que le quedaban 17 meses de pena por cumplir?
En política se suele confundir la equidistancia con criticar a todos por igual. Se corre el riesgo de acabar diciendo cosas sin sentido.
1 comentario
Simplemente, chapeau. No me has dejado nada que añadir.
¡Abajo la equidistancia absurda y criminal!