jueves, agosto 09, 2007

Efecto boomerang

Interesantísimo post de La Fraternidad de Babel de hace unos meses:

(...) En publicidad existe algo llamado “efecto boomerang”, un principio muy sencillo que viene a decir: si todo lo que dices es negativo, los mensajes que lances se volverán contra ti y tu imagen será negativa. En realidad, este principio adverso -que conocen todos los publicitarios (por eso apenas hay anuncios negativos, salvo los de la DGT)-, se cimenta en uno de los mecanismos básicos de la publicidad: la asociación de ideas. Nuestra mente tiende a relacionar los sucesos que ocurren contigua y simultáneamente (...) Aplicado a la publicidad, y siendo muy primarios, si mostramos una lata de Coca Cola junto a una tía buena en pelotas obtendremos el siguiente resultado: cuando un hombre vea una Coca Cola, pensará en sexo, y cuando piense en sexo evocará la Coca Cola (...)

Pero, ¿qué pasaría si junto a la Coca Cola, en vez de una maciza, pusiéramos un cadáver destripado? Pues que asociaríamos la chispa de la vida con la muerte, lo cual no es nada bueno a la hora de vender refrescos. Pues bien, precisamente eso es lo que está haciendo la derecha cada día: poner la PP-Cola al lado de una larga sucesión de cadáveres destripados. Ya, ya sé que lo que hacen los populares es dirigir esos mensajes terribles contra otros, contra el gobierno, contra el PSOE, pero da igual. Por una parte, el emisor de un mensaje siempre es más visible y concreto que el destinatario de dicho mensaje (el primero es activo y el segundo pasivo), y por otra, de lo que estamos hablando es de asociación, de sucesos que se producen contigua y simultáneamente, y lo que encontramos una y otra vez en los medios de comunicación es a los mismos personajes –Zaplana, Aznar, Rajoy, Acebes, etc.- lanzando agoreros mensajes apocalípticos con fúnebre cara de preocupación (...)

Aunque generar “efecto boomerang” es el principal error de comunicación del PP, no es el único. Cuando menos, se equivoca en otros dos aspectos. En primer lugar, sobreactua demasiado. Sus mensajes son excesivamente exagerados, desmedidamente apocalípticos, superando así la credulidad del receptor. Esto es una variante de lo que en publicidad se conoce como “overpromise”; es decir, una promesa comercial que exagera, sobrepasando la realidad, el beneficio de un producto o servicio. En este caso se trataría de una serie de mensajes que exageran más allá de lo real los perjuicios creado por el rival político. El problema es que cuando el “grupo objetivo” percibe overpromise en la comunicación, deja de hacer caso a esa comunicación, se impermeabiliza y los mensajes no calan en él.

El tercer error es mentir. La mentira es veneno para la comunicación persuasiva. “¿Cómo?”, exclamará más de uno; “¡la publicidad siempre miente!”. Eso no es cierto; la publicidad exagera, la publicidad embauca, pero no miente. Porque si mientes y te pillan, tu “marca” se devalúa, tus mensajes pierden credibilidad y tu inversión publicitaria se va al garete. Y a la marca PP la han pillado ya en demasiadas mentiras, es una fuente de opinión poco fiable (como ocurrió, en su momento, con los últimos gobiernos de Felipe González, por cierto).

Por último, me gustaría comentar algo. Cuando era publicitario y me entrevistaban, solían preguntarme si la publicidad no era algo intrínsicamente perverso. A fin de cuentas, se trata de manipulación, ¿no? Yo solía responder que, en todo caso, lo perverso será el sistema capitalista de mercado, pues la publicidad no es más que una herramienta de marketing a su servicio. Y añadía que la publicidad es, de todas las formas de comunicación persuasiva, la más honesta, porque no se esconde. Cuando vemos un anuncio, sabemos que es publicidad pagada por una empresa para convencernos de algo, porque los anuncios tienen formatos “de anuncio” y aparecen en bloques destinados a los anuncios, así que al contemplarlos sabemos lo que son y podemos emplear ante ellos todo el sentido crítico que queramos o podamos. Sin embargo, existen otras formas de comunicación persuasiva que actúan de forma camuflada. Por ejemplo, las relaciones públicas (...) O cuando leemos en nuestro periódico habitual un interesante artículo loando las virtudes del bífidus activo, ignoramos que no se trata de información objetiva, sino de un anuncio camuflado pagado por Danone. Esa clase de comunicación persuasiva siempre me ha parecido muy deshonesta. Pues bien, lo que hace el PP, mal o bien, con más o menos escrúpulos, es publicidad pura y dura, porque sabemos quién es el emisor y a qué intereses representa. Pero lo que hace la AVT, amigos míos, es pura, simple y deshonesta publicidad encubierta.

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