Algo huele bien en Dinamarca

Ya he hablado en alguna otra ocasión de la Flexiguridad, el modelo que ha puesto de moda Dinamarca y que la Unión Europea recomienda como una solución para dinamizar el mercado de trabajo. La Flexiguridad consiste básicamente en potenciar por igual la Flexibilidad (abaratamiento del despido para que nos entendamos) y la Seguridad (mayor cobertura para quienes son despedidos).

Las voces que de forma insistente vienen recordándonos la primera componente de este modelo y piden una mayor flexibilidad en nuestro mercado laboral, tienen parte de razón: si nos comparamos con Dinamarca, nuestra legislación laboral impone muchas más cargas al empresario a la hora de despedir a sus trabajadores. Lo que olvidan esas voces es la segunda parte: nuestro país ofrece mucha menos seguridad que Dinamarca a los desempleados. Lo cual no deja de ser normal si tenemos en cuenta que la presión fiscal en nuestro país es la cuarta más baja de los países europeos de la OCDE (solo por delante de Grecia, Eslovaquia e Irlanda), con un 33%, frente al 48,3% de Dinamarca, que está en lo alto de la tabla. Y sin impuestos no se pueden financiar las políticas de seguridad social y cobertura por desempleo que requiere la Flexiguridad.

Dicho de otro modo: ¿quién paga cuando alguien se queda en paro, el empresario con la indemnización por despido o el estado con la cobertura por desempleo? En el primer caso el empresario paga más cuando despide, pero a cambio no tiene que pagar tantos impuestos y cotizaciones sociales y/o subir los salarios brutos para que sean sus empleados quienes los paguen; en el segundo caso el empresario no paga tanto cuando despide, pero a cambio tiene que pagar más impuestos y cotizaciones sociales y/o subir los salarios brutos.

Obviamente existe otra solución: que no pague nadie y el desempleado se busque la vida. Pero esa no es la Flexiguridad. ¿Reforma laboral? Algo huele a podrido en España.