I rest my case
Hace unos meses escribí un post, El mundo al revés, en que mostraba mi sorpresa ante las críticas a la lucha antiterrorista llevada a cabo por el gobierno socialista, habida cuenta de que era innegable que los resultados estaban siendo magníficos. Uno de los comentaristas de este blog, el anónimo, insistió en esas críticas copiando una columna en la que un periodista de El Mundo opinaba que, según él, la tregua del 98 no fue equiparable a la de 2007, a lo que yo respondí "Cómo os dejáis manipular. Qué poquito sentido crítico. Qué pena". En su siguiente comentario el anónimo se hizo eco de la reciente denuncia de Manos Limpias a los enviados por el gobierno a la negociación con ETA y me devolvió la acusación: "Y luego los que nos dejamos manipular y no tenemos sentido crítico somos nosotros. No te jode."
Fue ahí cuando reté a el anónimo y a el paparajote a que utilizásemos ese caso como prueba objetiva y concluyente que dirimiese nuestra discrepancia de opinión: les propuse que esperásemos al desenlace de la denuncia de Manos Limpias, tras el cual aquel que perdiese la razón reconocería públicamente dejarse manipular y no tener sentido crítico. El anónimo aceptó el trato; el paparajote no se atrevió.
Finalmente, el viernes pasado el Tribunal Supremo rechazó la querella presentada por Manos Limpias, recordando que "son las Cortes Generales que representan al pueblo español, las que controlan la acción del Gobierno, de suerte que vendría a ser un fraude constitucional que alguien pretendiese mediante el ejercicio de la acción penal y la puesta en marcha de un proceso de la misma naturaleza, corregir la dirección de la política interior o exterior que el art. 97 de la CE encomienda al Gobierno democráticamente legitimado".
Un perfecto ejemplo que resume lo que han sido estas dos últimas legislaturas: un intento tras otro de judicializar la vida política desde la derecha mediática, en connivencia con el Partido Popular y con el amplio respaldo o el silencio cómplice de sus simpatizantes, consistente en inventar exclusivas y realizar acusaciones terribles basadas en conjeturas inverosímiles, medias verdades y falsedades manifiestas. El caso bórico y toda la conspiranoia del 11M, el caso de la supuesta detención ilegal a los sospechosos de la agresión a Bono, el caso de las supuestas sedaciones ilegales del hospital de Leganés, el caso de los supuestos abortos ilegales de la clínica Isadora, el caso Faisán y en general denuncias y querellas como las que el pseudo-sindicato Manos Limpias ha venido presentando de forma compulsiva, y que han mantenido entretenida a la caverna mediática y a las personas que, como el anónimo y tantos otros como él, se dejan manipular y no muestran el más mínimo sentido crítico.
I rest my case.
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