viernes, mayo 01, 2009

La conciencia de un progresista

He acabado de escuchar el (audio) libro The conscience of a liberal, de Paul Krugman, último premio Nobel de Economía. En España el libro lleva el título de Después de Bush - El fin de los neocons y la hora de los demócratas, supongo que principalmente porque aquí la palabra "liberal" tiene un significado geométricamente opuesto al que tiene en Estados Unidos, pero bien podían haberlo traducido como el título de este post.

El libro está muy bien, y está claro que este tío sabe de lo que habla. Su alegato del capítulo final aporta una aparente paradoja que creo que se puede extrapolar perfectamente a la política española:

One of the seeming paradoxes of America in the early twenty-first century is that those of us who call ourselves liberal are, in an important sense, conservative, while those who call themselves conservative are for the most part deeply radical. Liberals want to restore the middle-class society I grew up in; those who call themselves conservative want to take us back to the Gilded Age, undoing a century of history. Liberals defend long-standing institutions like Social Security and Medicare; those who call themselves conservative want to privatize or undermine those institutions. Liberals want to honor our democratic principles and the rule of law; those who call themselves conservative want the President to have dictatorial powers and have applauded the Bush Administration as it imprisons people without charges and subjects them to torture.

Traducción libre:
Una de las aparentes paradojas de la América de principios del siglo XXI es que aquellos de nosotros que nos autodenominamos progresistas somos, en buena medida, conservadores, mientras que aquellos que se autodenominan conservadores son en su mayoría profundamente radicales. Los progresistas queremos restaurar la sociedad de clase media en la que yo crecí; aquellos que se autodenominan conservadores quieren devolvernos a la Edad Dorada, deshaciendo un siglo de historia. Los progresistas defendemos instituciones de larga tradición como la Social Security (sistema de pensiones) o el Medicare (sanidad pública); aquellos que se llaman conservadores quieren privatizar o minar estas instituciones. Los liberales queremos honrar nuestros principios democráticos y el imperio de la ley; aquellos que se autodenominan conservadores quieren que el Presidente tenga poderes dictatoriales y han aplaudido a la administración Bush cuando encarcelaba a gente sin cargos o les hacía objeto de torturas.

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