Es de sobra conocido que el ruido de la contienda política hace ya meses que superó todos los niveles aceptables. En ese sentido, la estrategia de determinados grupos mediáticos tiene una motivación muy clara: los españoles no cambian su voto a no ser que se cabreen.
Después de los 8 gloriosos años de gobierno de Don Jose María Aznar, no hace falta ser un lince para darse cuenta de que lo que estos medios pretenden es resucitar la situación política del periodo 1993-1996, que una mayoría de españoles identifica con los conceptos de corrupción y cloacas del estado. No importa que el primer concepto sea perfectamente extrapolable a cualquier formación política, o que el segundo sea tan demagógico que raye lo absurdo. Tampoco importa que aquella fuese la cuarta legislatura seguida de un mismo signo y esta sólo sea la primera, o que en este momento la palabra corrupción no esté en boca de nadie (alomojó porque el portavoz del principal grupo de la oposición está en política para forrarse). Lo importante es la intención, y de eso a El Mundo, a La Cope y a la dirección del PP no les falta. Ya se sabe: unos sacuden el árbol y otros recogen las nueces.
En política los mensajes deben ser cortos, sencillos y fácilmente transmitibles. En 1995 mucha gente se perdía con Filesa o los Fondos Reservados, pero todo el mundo entendía que en el PSOE había corrupción. La gente podía estar más o menos convencida de la implicación del gobierno socialista en los GAL, pero todo el mundo comprendía que algo olía a podrido en las cloacas del estado.
Probablemente sea poca la gente que lee realmente las epístolas de Pedro J. o escucha los sermones matinales de Federico Jiménez Losantos, que no dejan pasar un día sin hablar de "los agujeros". No deben ser muchos los que, como mi amigo Mark o yo mismo, siguen los debates del congreso, así que no serán muchos los que estén al tanto del modo en que Martínez Pujalte y Eduardo Zaplana escarban en los agujeros que los dos anteriores cavan para ellos. Sólo una minoría conoce al diputado Jaime Ignacio del Burgo, y sus afirmaciones sobre el tamaño de los agujeros. Casi nadie repara en las indirectas que Esperanza Aguirre lanza sobre la falta de interés del gobierno por investigar los agujeros. A algunos pocos más les llega el titular en que Don Mariano niega toda relación de su partido con las teorías de la agujeración. Pero todos saben muy bien que lo importante no es el fondo (de los agujeros) sino que vayan calando los mensajes:
1. Gobierno = ETA
2. 11M = Nos ocultan algo
3. Tregua de ETA = Rendición del Estado
4. Justicia = Control del Gobierno
5. Estatutos = Se rompe España
6. Nacionalistas = Diablo
7. Inmigración = Problema creado por Zapatero
De los mensajes anteriores, el sexto y el séptimo son demagógicos, pero aceptables en un sistema Gobierno-Oposición. El cuarto y quinto son falsos y fomentan la incultura democrática. El tercero es irresponsable y genera falsas expectativas en la sociedad. El segundo es vergonzoso y particularmente hipócrita. El primero es la reducción al absurdo de todos ellos, el eslogan en estado puro y el único para el que no soy capaz de encontrar un calificativo.
Y yo me pregunto: que algunos votantes del PP se hagan eco de estos mensajes ¿es fruto de su desconocimiento o de su indecencia? ¿Tan difícil es criticar al Gobierno sin satanizarlo? ¿Realmente hace falta insinuar que el actual Gobierno está implicado en un atentado brutal o que pretende romper el país o regalarlo a los terroristas?
¿No pueden los españoles cambiar su voto sin estar cabreados?