En sus primeras declaraciones tras el cobarde ataque sufrido hace unos días, el consejero de Cultura de la Región de Murcia, Pedro Alberto Cruz, denuncia una muy grande "corresponsabilidad" de muchas personas dentro del mundo de la política, que han creado un estado de "linchamiento radical y desorbitado" utilizando "la mentira de forma sistemática".
En concreto, Cruz menciona a la candidata del PSOE a la Presidencia de la Comunidad, Begoña García Retegui, por referirse a él como "sobrino" del presidente de la Comunidad, Ramón Luis Valcárcel, cuando sabe que no lo es. Lo cierto es que Cruz no es directamente sobrino del presidente, sino que es sobrino de su mujer (hijo de su primo). Inexacto, pero no descabellado, pues que yo sepa al menos en Murcia es común referirse a los sobrinos del cónyuge como sobrinos, igual que a los cónyuges de los tíos como tíos. ¿Es esa la mentira sistemática que ha creado un estado de linchamiento radical? No solo, Cruz menciona otra:
El consejero también corresponsabiliza de la agresión al hecho de que la víspera de la misma la secretaria de Innovación y Nuevas Tecnologías de la Comisión Ejecutiva Federal del PSOE y diputada regional, María González Veracruz, publicase un artículo en un diario de la Región en el que "mintió a sabiendas", escribiendo que la Comunidad "se había gastado nueve millones de euros en la Fórmula 1", cuando, a través de la documentación que hace meses se envió a la Asamblea Regional de sus comparecencias y ruedas de prensa, "todos sabían que no es cierto". Pero realmente en el artículo la diputada no mencionaba los nueve millones por ningún lado, y se limitaba a criticar que "financiamos un equipo de Fórmula 1 y permitimos que el consejero de Cultura funda euros sin ton ni son, con un modelo cultural extravagante e irresponsable". Y por cierto, que la Fórmula 1 cuesta nueve millones es algo que reconoció el propio Cruz el año pasado. ¿Dónde está la mentira sistemática que ha creado un estado de linchamiento radical? Yo hablaría si acaso de medias verdades, juego en el que el propio consejero parece manejarse muy bien, por lo que se ve.
Como quiera que sea, lo que sí es cierto es que la gestión de Cruz al mando de la consejería de Cultura ha sido cuando menos discutida, lo cual no justifica obviamente ningún ataque violento contra su persona, pero tampoco justifica que se acuse a los críticos con su gestión de corresponsabilidad con ese ataque. Faltaría más. Para empezar porque habría que corresponsabilizar a mucha gente: cuando La Verdad de Murcia preguntó a 80 murcianos ilustres dónde meterían ellos la tijera en las cuentas públicas en estos tiempos de crisis, 21 de ellos apuntaron directamente a las políticas culturales y de promoción (campaña No typical, Formula 1, etc) de Cruz.