Toda persona que inicia una conversación sobre política con las palabras “yo no soy de ningún partido” pretende con ello ejercer sobre su postura una fuerza de legitimidad directamente proporcional al número de veces que en realidad lleva votando al PP e inversamente proporcional al cuadrado del número de veces que tiene pensado votar al PSOE en el futuro. Corolario: la probabilidad de que dicha postura coincida con la del Partido Popular tiende a uno.
Excepción que confirma la regla: en el caso de Arcadi Espada hay que reemplazar PP por Ciudadanos, que viene a ser lo mismo, pero queda más equidistante. De este enunciado se desprenden tres principios fundamentales:
Según el
Primer Principio de la Equidistancia, las posibilidades de éxito de un argumento no están relacionadas con su veracidad o su lógica (1), sino con otros factores externos tales como quién lo ha formulado (2), en qué momento (3) o cuántas ganas tenga el interlocutor de pensar o de seguir jugando al scattergories (4).
De esta forma, si ante una campaña de acoso y derribo al Gobierno por su decisión de conceder el segundo grado penitenciario por razones humanitarias a De Juana Chaos, el presidente del Gobierno explica otros casos similares de la política penitenciaria de los últimos años para confrontar a la oposición con la hipocresía de sus críticas,
cualquier equidistante medianamente avispado se apresurará a acusar a Zapatero de recurrir al “y tú más” (infiriendo de ello una supuesta falta de argumentos). Veamos:
(1) Zapatero no miente ni manipula nada. Describe verazmente casos anteriores que, si bien no son exactamente iguales al actual, presentan un abrumador número de puntos en común que les hace al menos merecedores de ser tomados en consideración. Especialmente en lo que se refiere a las acusaciones de "cesión al chantaje", "tratamiento excepcional" y "debilidad del Gobierno frente a ETA".
(2) Desafortunadamente, se trata de Zapatero. Y todos sabemos que ningún equidistante que se precie tiene pensado votarle en las próximas elecciones. Ni le votó en las pasadas, por mucho que algunos suelan decir lo contrario para, aplicando el
Segundo Principio de la Equidistancia, dar más peso (eso creen) a sus opiniones.
(3) El hecho de que Zapatero exponga su argumento en respuesta a las acusaciones de la oposición, es percibido por el equidistante como una táctica defensiva, una necesidad de justificarse... el consabido “y tú más”. Claro que si Zapatero hubiese aportado estos datos con anterioridad se le habría acusado de deslealtad, abuso de poder o revanchismo. Nótense las connotaciones negativas y las ganas que el equidistante le tiene a Zapatero, haga lo que haga. Es importante resaltar que se podría argumentar que Zapatero recurre al "y tú más" si él hubiese acusado al Gobierno anterior de lo mismo (o más) que le acusan a él: ceder al chantaje de ETA, traicionar a los muertos, a las víctimas, etc. Lo cierto es que Zapatero ha repetido hasta la saciedad que él no criticó entonces ni critica ahora la política antiterrorista del Gobierno, sino que quiere mostrar la hipocresía de los que sí lo hacen ahora. Y eso no es para nada recurrir al "y tú más",
por mucho que se empeñen los equidistantes, que por otra parte no dicen nada cuando el PP saca a relucir el GAL. Ahí es donde entra el
Tercer Principio de la Equidistancia: sé equidistante sólo cuando interese (o sea, puedes
serlo aquí, pero
nunca aquí).
(4) Si Zapatero expone una larga lista de datos que ponen de relieve la hipocresía de la oposición en este tema, el equidistante siempre podrá recurrir a la falta de tiempo para no contestar, al victimismo frente a una supuesta ofensa o directamente a intentar llevarse el scattergories. Ocurre sobre todo cuando uno olvida lo que significa la palabra "razón" ("el saber", "la verdad") y se limita a querer tenerla.
Nota: parte de los ejemplos de este post están inspirados en un personaje que no esconde sus ideas bajo el disfraz de la equidistancia (aunque sí muestra una cansina tendencia a pretender que aceptemos barco como animal acuático), mi amigo el liberal-conservador-reformista de centro-derecha. Pero estoy seguro de que todos conocéis a más de un equidistante que se comporta más o menos así. Me vienen a la cabeza los más famosos Pedro J. Ramírez, Arcadi Espada, Arturo Pérez Reverte... No dudo que muchos de ellos realmente se abstengan en algunas consultas electorales, pero ya veremos cuántos se quedan en casa en las próximas elecciones.